Mi nave espacial
Cada noche complicaba el sueño, 9 años no es el mejor
momento para mantener la calma y dormir. Yo no era la excepción. El gran dormitorio del fondo de la casa, construido
en material noble a diferencia del resto de la casa, de grandes paredes de
adobe enlucidas con yeso y techos altos de cuartones de madera que albergaban
mis ganas de dormir, haciendo mas esquivo el sueño.
Di por pensar que vivía un día tan sin igual que no quería que
acabara, que la temperatura sumada a la humedad
del frio de Miraflores jugaban en mi contra, conté ovejas saltando los
cuartones de madera del techo tan alto, imagine la luna despejada llamándome,
me castigue por sentirme trasnochado al dia siguiente, pero nada cambio, cada
mañana me sentía como nuevo después de cada noche de insomnio.
No recuerdo si fueron años, meses o días, tenía que inventar
algo, un método un sistema. Así aprendí a jugar con mis dedos, índice y anular
formaban el peleador perfecto para enfrentarse a su rival de la otra mano
tirando altísimas patadas al adversario en una danza sincronizada que terminaba
con la doble patada voladora que vencía al rival instantáneamente.
Las peleas duraron poco, dormía arriba en la cama camarote y
cada patada movía todo, mas que las quejas era el no molestar al resto, la vida
me iba enseñando a conocerme, a respetar al resto por mi propio conocimiento,
por eso no dormía, seguramente era por eso.
Las noches de insomnio volaron, y solo quedaba mi
imaginación, pensaba y pensaba, y asi descubrí que para jugar no se necesitaba
mas que los propios pensamientos, intente varias historias, pensaba y pensaba
hasta que llegue a una gran aventura.
La nave era de forma circular como un platillo volador, forma
producida para soportar la fuerte presión del ingreso a cualquier atmosfera
planetaria imaginable, a la vez, cada escasos centímetros a los largo del diámetro
central, censores muy sofisticados median el poder de atracción de cada
elemento en el espacio por mas grande o pequeño que fuera ejercían una fuerza
infinita sobre los elementos; una súper computadora regulaba el poder de
atracción o repulsión necesaria para dirigir mi nave con el propio impulso de
los elementos circundantes, y como es lógico, para lograr tanta velocidad de
procesamiento los circuitos en lugar de cables se unían por celdas cerebrales
como neuronas o algo asi … imaginaba.
Pronto la nave tomo forma, una panel de control
adelantadísimo para su época, con pocos mandos rodeado por un gran imán
regulado por el sistema, íntegramente fabricado en metales ligeros que al girar
producían el campo magnético necesario para cada que celda circundante
funcionara. Coronando al centro un gran asiento para comandar mi nave.
4 pisos, el mas bajo lleno de insumos, baterías,
combustible, el tercero un laboratorio con simuladores para enfrentar cada
eventualidad de larguísimo viaje, el segundo un gran dormitorio con todas las
comodidades para una larga estadía y el primero la base de control de la nave
donde yo pasaría mas tiempo cada dia.
En el espacio el tiempo no es como en la tierra, los lapsos
de 9 horas terrestres hacen un dia terrícola, por eso la travesía seria mas
corta de lo necesario, en mi aventura sin fin, sin necesidad de un destino si
no por el espíritu explorador en nombre del insomnio.
Escogí el color, la ubicación de cada puerta y ventana,
imagine, la forma de la estructura, la construcción de los paneles que
cubrirían toda la nave, los sistemas de seguridad, la distribución de oxigeno,
un sistema que mantendría el equilibrio que con el tiempo descubrí se llamaba
giroscopio, elemento totalmente inútil en el espacio, hasta que un dia, o mejor
dicho una noche,,,….todo estaba listo para despegar.
Cuenta regresiva, magneto activado, mi gran horno microondas
estaba flotando, no había asombro, no era increíble, era lógico, mi nave
flotaba, el proceso lógico estudiaba cada elemento estableciendo el poder de
atracción o repulsión necesario para flotar, avanzar o imprimir la velocidad
pedida, flote poco a poco hasta que llegue a las nubes, de pronto todo se oscureció,
era el espacio, la inmensidad; me invadió un temor, la posibilidad de no poder
regresar, no temí mas, deje mis miedos en ese lugar, justo entre la atmosfera y
el espacio y despegue, la velocidad era deslumbrante, hasta alcanzar las 9
horas por dia, e iniciar mi gran exploración.
De ahí en adelante lo difícil fue despertar, cada mañana mi
madre me llamaba mil veces pero yo no quería despertar, era tan delicioso
dormir, que esperaba con ansias la llegada de la noche mas que de la mañana,
asi poco a poco pasaron miles de años hasta ayer, si el dia de ayer o mas
exactamente su noche cuando mis dos hijos que comparten un dormitorio duermen
en camas independientes, no cama camarote y me han dado junto a mi esposa la
mas grande felicidad y comprensión de la vida a la que nunca espere llegar.
Anoche, mi hijo menor me confeso que no podía dormir, yo echado
a su costado me di el lujo de trasmitir mi sabiduría, y empezamos a construir
su nave, su nave espacial, poco a poco le explique los detalles, el objetivo de
la misión, cada detalle de construcción y el principio de su movimiento, el inició
su proyecto en voz baja, me comento el color preferido, el lugar para las
puertas, el combustible a usar y le imprimió un cambio, un pequeño detalle que
me trajo de regreso a su lado, su nave, su proyecto, inicia con una extensa
sala de control liderada al centro por dos cómodos asientos uno al lado del
otro, uno para el comandante capitán y el otro para papà.
Alberto Novoa Allagual
setiembre 2017
setiembre 2017