jueves, 20 de junio de 2013

Alberto Novoa Allagual

Hace un siglo que no te veía –le dijo confiada- aun sin saber que decir, era mas que mucho tiempo sin verse, como si la muerte hubiera sido el fin perfecto que cerrara el circulo de vida, una vida perfecta, llena de amor, de protección desde que vio su rostro por primera vez, el dia de su nacimiento.
Sera común que no recuerdo un solo momento sin verte? Desde antes de nacer ya te imaginaba y al irme te seguí cuidando desde mi lugar, aquel lugar reservado solo para mi donde llene cada espacio de ti, hijo querido, amado, deseado, esperado,  siempre fue para mi un misterio como amar a la vez, confiaba en la forma diferente de amar pero aprendí que eso nacería del reconocimiento de cada uno, y a ti te amo como eres, así que te ame por igual, sin nombre sin motivo, solo por ser mi hijo, este relato te va sin nombre porque es para ti, cualquiera de los tres porque a mis ojos son la misma persona.
Debo confesar que fui mimada, amada, engreída y protegida, con los años aprendí que no era lo mejor, y cuando me di cuenta, no era la experiencia lo que había ganado sino el poder de aprender de cada situación, la observación aguda el rápido análisis y la respuesta, ahora, desde mi lugar me veo como una negociante. Todo empezó tan temprano que apenas puedo recordarlo.
Mis padres se casaron jóvenes, paso buen tiempo antes mi llegada, decía mi madre que su fuerte timidez la aislaba del placer mundano de vivir un matrimonio plenamente, eran otras épocas, mi padre, hombre alto, muy buenmozo supo esperar hasta que ella le abriera su corazón y como llega el verano llegue yo, la primera nieta esperada en la familia, mi padre se había dejado absorber por la familia de mi madre, vivíamos frente a la casa de los padres de ella donde pasaba casi todo el día, hasta la hora de la llegada de mi padre.
El trabajaba en el puerto de Callao, lejos de ser un hombre rudo preparado para la faena, era el hombre mejor vestido de la época, saco negro y sutiles rayas ligeramente mas claras, camisa blanca, corbata, charol y quepí,  la sonrisa llena de confianza porque nunca nadie ignoro que existiera Gregorio.
Aun en primaria, siendo muy joven, estudiaba en un eminente colegio católico, mis padres por motivos que desconozco y que ahora veo mas allá del juzgamiento, me negaron la atención indispensable, era época de Primera Comunión, yo sentía un interés absoluto por el participar pero sin preparación ni interés de mis padres esto se veía cada vez mas lejano, un dia, sin saberlo estaba con mis amigas frente al altar no me había preparado de la misma forma que ellas pero sentía que era el momento, solo recibí la comunión sin haberme preparado, quizás por eso, por esa falta de preparación pero exceso de pasión rezaba el Padre Nuestro omitiendo un par de frases, soy honesta conmigo misma y siempre me pareció que era lógico omitirlas, aun rezando en voz alta frente a todos, porque sentía todo, todo menos vergüenza, y me traje  mis sentimientos, porque al final hijos míos eso es lo que queda, las pasiones, la cólera, la vergüenza, los desacuerdos y las angustias, todo es efímero, porque no se muere en un segundo sino en una vida cuando uno empieza a entender  lo que es valioso y lo que no, lo que no lo es.

En 1932 se vivía en caos, aun la gente moría de gripe y los terremotos llegaban a cada rato, es así que llego mi hermano, con sus “angelatos” y sus escapadas, bien contaba mi madre que para poder cocinar lo amarraba a una pata de la mesa; el como hermano menor recibió todo el aprecio y atención de mi madre el que no fue capaz de multiplicar para mi; la pronta enfermedad y muerte de mi padre me dejaron desolada, mi madre quien decidió por vivir apartada perdió todo cuando después de la partida de mi padre saquearon la casa familiar robando todo, absolutamente todo.
Marina quedo aislada, triste, sola, con su rosario de pastillas que termino provocándole la adicción que soluciono el problema, no mas viajes a ver a la abuela, ella viviría con nosotros, en la pequeña casa de Porta.
La economía era tan mala y yo como sobreviviente no me escondí en la tienda sino salí a buscar oportunidades….Salí tantas veces, recordaba a mi padre cargando maletas en el puerto después de un despido temporal, comprando un sobre  y entregando a Marina la misma cantidad dentro del mismo sobre cada mes hasta que descubriera el engaño, quien podría molestarse con un hombre así…?  Cada día salía a buscar alguna oportunidad, fue así que me convertí en contrabandista como mi abuela quien habiendo sido ciudadana china, dueña de un grifo y finalmente pobre, trepaba a un bote comprando contrabando para después venderlo e el puerto de Callao; aproveche el negocio en Tacna hasta que duró, vendía libros, hacia chompas, cocinaba, hasta que llego la oportunidad de mas que trabajar crecer, era la época de las copias y los tipeos y yo sabia tipear, camine hasta Comandante Espinar al encuentro de una maquina de escribir eléctrica, todo un adelanto de la época y yo la podía comprar, fui, regrese, y re fui, la separe y nunca la pude comprar, ese fue un duro golpe para mi, siempre lloraba, cuando todo se terminaba, solo lloraba, lloraba y lloraba.
Los años pasaron Y Uds. Crecieron, cada mañana los despertaba con la radio y me acento serrano, nada mas lejano; no recuerdo ninguna mañana que me haya despertado después de Uds. 
Finalmente mi madre vino a vivir a Porta, la histeria la conocen, la casa chica, los muebles apilados; cada dia salía a caminar, a buscar. Una tarde, después de almorzar, encontré una casa, una increíble casa que nunca pensé yo podría comprar y la compre, vendí la tienda adjunta a la casa de Porta, solo 44 metros que me dieron la posibilidad de soñar y una caja de joyas de Marina que me dieron la posibilidad de realizar el sueño, era la casa mas bella de la zona, la mas grande, y con nuestro amor se llenaría de nietos y calor de hogar, pero enferme, aprendiendo la mas cara lección de la vida.
Es imposible estar preparados para la muerte, es imposible ordenar las cosas para la llegada de lo que uno quiere negar, Salí y gaste, gaste tanto dinero como podía, compre regalos y todo lo que yo siempre me había negado por austeridad, poco a poco llegaron los dolores, la ansiedad y la aspirina codeína, las miles de emergencias en el hospital, las carreras, hasta que entendí que me iba, que el camino ya tenia un final, con las ultimas palabras que pudiste escuchar, para el que quisiera realmente escuchar, les dije, “todo te lo quedas tu, porque si se lo doy a tu padre se lo gasta en mujeres, si se lo doy a tu hermano se lo roba y al otro hermano se lo roban, así que todo te lo quedas tu”, quien hasta ese día había cobrado los alquileres y administrado mi enfermedad, quien cada día dormía conmigo en el hospital y lejos de saber qué perdería asumió un frente de defensa para mi, no aislándome para que no me vieran enferma sino haciendo mi voluntad a cada momento, la única persona que manejaba la combinación de la caja fuerte de casa, el único que pagaba las cuentas y caminaba, mas de 100 cuadras cada día, para atenderme….cuantos de Uds. Atendieron hasta mis necesidades mas privadas?
Hasta que llego lo inevitable, el sujeto mi cabeza, yo ya no hablaba, mis labios pegados por la inanición solo me permitían dar la mirada de desesperación que todos encontraban en la que solo el encontraba la ternura, suspiré y me fui.

58 años después de la época revoltosa del caos y los terremotos, partí, no para alejarme sino para quedar como un testimonio claro de la situación de cada uno de los que dejaba en la vida, 

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