Los años del terrorismo no fueron fáciles, era todo un reto
vivir cada día, cada uno en su forma, con sus ocupaciones, era como si el ser
humano se adaptara a cada difícil situación, era como vivir en guerra, era como
vivir en el siempre contrastado Perú con el temor en cada esquina con la
posibilidad de ser arrollado por una combi o asaltado en una esquina; seguramente
fueron los años mas seguros de la historia del Perú, había menos robos, menos
accidentes, claro, la gente se cuidaba mas no salíamos tan tarde, no nos metíamos
por lugares solitarios ya que sabíamos que en cada lugar existía la posibilidad
de ser victimas del odio que cultivaron cientos de años de vida republicana,
para que decir mas, la muerte era el epilogo de ese odio y quien no como el cáncer,
tenia un ser querido, un familiar un amigo en la mira del terrorismo.
Felix y yo éramos un par de jóvenes universitarios mi madre
enferma y su padre menos que ausente, lejano; nos convertía en amigos
inseparables, recuerdo cada mañana cuando un gigantesco Felix entraba a la
facultad marchando al ritmo del silbido de una marcha, con gruesos lentes, que tapaba
solo parte de las secuelas de un implacable acné que su madre combatiera con
los mil remedios caseros y que finalmente desaprecio dejando atrás los duros
rasgos agrietados y definiendo la sonrisa final que llevaría por siempre para siempre
hasta hoy.
Felix era un excelente estudiante, mas que eso, tenia la
facultad de recordar cada pequeño proceso matemático que solidificaba el
procedimiento para la respuesta, yo nunca recordé nada, era como decía mi
hermano, como si cada conocimiento lo hubiera tenido colgado de la pared con
alfileres sin orden alguno. Pasábamos el día entero en la facultad, era mas
seguro, al ser una universidad particular no se sentía los matices del terror, éramos
tan jóvenes que habíamos blindado la parte dura para seguir siendo jóvenes, el
ser humano siempre busca una forma, una salida de vivir sus etapas, como cuando
hoy siendo padre me preocupo tanto de mis hijos, y siempre una voz dentro de mi
replica, preocúpate menos, la naturaleza siempre dirá la ultima palabra, y si
tu no puedes ellos maduraran igual.
Nos reuníamos cada vez que podíamos en la biblioteca donde
se juntaba los amigos con muchas ganas de estudiar era muy importante
aprovechar las horas de luz, los ataques había ya llegado a la capital, no solo
eran las bombas en el periódico ni el lejano sonido de la detonación, los
atentados ya estaban en la puerta de cada casa, a la vuelta de cada esquina, aun
así la vida continuaba no solo para nosotros sino para todos los que alguna vez
vivimos insertos en medio de una guerra contra un enemigo inexistente, que
lejos de defender sus principios, se escondía en el anonimato entre las sombras
de la oscuridad que el mismo creaba.
Felix, preparaba un examen, yo como siempre mas temprano había
escogido el lugar ideal reservando lugares en la biblioteca, teníamos los
libros, las copias, todos los materiales para dar un buen examen, esta vez, no
lo dejaríamos pasar, cuando aparecieron ellas e escena, dos ángeles caídos del
cielo entre la mas larga sequia de amor, Amor y Ángela su amiga, inspirado en
los mas bajos deseos adolescentes que mas allá del libido pasando por lo
sublime llegaba hasta nosotros con ese halo de frescura intoxicante entre
lapiza de labios y desodorantes, mas allá de lo razonable, de la belleza o del
riesgo, representaba la oportunidad del deseo que nubla las mentes mas claras embriagándonos
entre el olor y la imagen cada vez mas confusa pero con un solo objetivo,
sacar del estancamiento a Felix.
Sin ninguna experiencia, Felix era algo así como el pupilo
afectivo de la facultad, el resto ya con alguna experiencia, vivíamos
preocupados por la falta de calor intimo-afectivo que sufría Felix, culpando a
esta falta como la diseminadora del fuerte acné de su rostro, aquella tarde, ya
casi noche, otro mito se desmentiría, el acné no es causado por la falta de
actividad sexual, eso lo comprobamos esa noche.
Mas allá de las dudas, de los libros y de las bombas, nos
acercamos a ellas, el olor embriagante era el mismo lejos que cerca, estábamos emborrachados,
y ellas lo sabían, nunca fuimos tímidos, así que íbamos directo al grano, o al
punto, eso les gustaba a las chicas, hola,
que tal? El inicio de la noche interminable.
Pocos minutos después del acercamiento inicial, nos quedamos
brevemente solos Felix y yo cuando se acerco un amigo, con mas anos que
nosotros, la amenaza venia impresa en la mirada, si sales con Amor, te la ves
conmigo, porque yo he escapado por la ventana de la casa de una amante cuando llego
el marido, mas que una amenaza, Felix y yo sentíamos que nos estaba marcando
la hoja de ruta, y así lo hicimos siguiendo sus sabias amenazas, tomamos al
toro por las astas y a las chicas por el malecón rumbo a lo que anos después se
convertiría en el Parque del Amor en Miraflores, seguramente en honor a aquella
noche de apagón.
Ya in situ, con las
ganas en la garganta, Felix tomo las armas y escogió a la victima, Amor seria
la elegida, el primer beso, la primera caricia, apoyados sobre un pequeño muro
de concreto, se consumarían veinte tantos anos de espera, la emoción se sentía de
lejos, el calor, la pasión, la experiencia de la vida misma, besos, abrazos, los
cuerpos sumidos en uno mismo, complejamente adheridos como piezas perfectamente
engranadas dando como resultado el mas sublime amor, Amor, lejos del rechazo, accedió
a todos los sublimes requerimientos de Felix quien lejos de desaprovechar cerro los ojos y vivió todo, todo lo negado
en tan solo unos minutos, los mas gloriosos minutos de Amor.
Estando en la complejidad del encuentro, el ruido
ensordecedor de los fuegos artificiales, confieso nunca haber pasado una
experiencia como tal, el cielo se iluminaba como estrellas fugaces, el piso
temblaba ante tanta pasión, el estruendo de las detonaciones……..mierda, Felix,
apagón…!!!, se fue la luz carajo, compadre, que? No jodas……no huevòn, apagón,
de verdad mira abre los ojos, el hielo invadió a Felix, como si las fuerzas
del universo estuvieran castigando tanta pasión y ante el castigo inminente….Felix siguió, nada detendría la sábila del amor surgido de la profundidad de su ser,
ni siquiera un atentado terrorista a pocas cuadras, dejando todo en tinieblas,
ni siquiera eso, la pasión siguió su curso hasta coronar lo que seria la noche
mas celebre de la historia sin exagerar, las mas noche, la mas celebre.
Ya camino de regreso, Felix no caminaba, Felix volaba, se convirtió
e un ser alado, mitológico, juro haberlo visto elevarse del piso entre las
luces de los autos que dejaba ver lo poco que tapaba el apagón, cantaba,
levantaba los brazos, gritaba, era el jubilo que nació de esa aventura y que
caracterizara su vida entera, cuando mas
allá de ocultar su agrietado rostro, nos enseno a sonreír, a ser visibles mas
que invisibles, a querer como hermano y amar con mas que pasión, con los brazos
en alto.