Con la llegada del siglo llego Gregorio,
hijo de Manuela y Manuel, de apellido impronunciable y mil misterios, naci en
Paita –decia- piurano, entre el calido sol y la necesidad de un país
angustiado, que solo conocía del mas fuerte que por imposición hacia respetar
sus reglas, como recién salidos del vierreynato, sumergido en el desorden de
calles de tierra y gente descalza, asi era mi pueblo, el sol cada vez mas inclemente había inundado
las calles de polvo, la falta de agua y la sequedad no conocían aun el cáncer
de piel, ni las enfermedades bronquiales, la piel cobriza tatuada por el sol se
hacia cada vez mas fuerte como el temperamento de la gente que entre tanta
miseria trabajaba sin descansar sin recompensa, en el hambre entre tanto calor.
Los colores tan fuertes del medio dia
cegaban, aun no habían llegado los primeros autos que anos después robarían la
calma del silencio que embriagaba los pueblos pequenos como el mio. Aun quedaba
tiempo de pensar, pensar e la miseria, en el hambre, pero la naturaleza no
perdona y la gente nacia y moria, entre esos estaba yo, Gregorio.
No se explicar como llegue exactamente, se
que mis padres se juntaron y nacieron 7 hijos, yo, el menor, cargaba con las
exigencias de tener menos oportunidades la debilidad de mis huesos y mi pequeño
tamaño jugaban en mi contra como si siempre hubiera sabido que era una competencia,
como si hubiera ignorado que el mundo estaba en mi contra diciendo no vas a
poder, es imposible, ni siquiera lo intentes.
El mar tan cerca tan natural ponía el ritmo
simple, todo el tiempo igual, es increíble pensar que el mar, el sol, las nubes
son siempre las mismas para todos, aunque las estrellas a veces se niegan en
las grandes ciudades son entonces propiedad de los pueblos, que para rogar
levantan la cabeza e imploran a las estrellas, no como en la ciudad que se ora
con los ojos cerrados.
El inicio de siglo no fue un tiempo fácil,
la falta de trabajo, la escasez, el hambre, las caras duras tan agestadas por
la razón de tener a la familia con el dia a dia, desde muy pequeño comprendi
que mi derecho no existía, que la única forma de salir de la pobreza…era salir
de la pobreza, aprendi a confiar en Dios, atener fe y no reclamar, a bajar la
cabeza y ver las estrellas que yo mismo llevaba dentro como muchos anos despues
necesitaría ver cuando ya adulto emigre a la capital a encontrar al Gregorio adulto,
remojado entre aromas de simpatía que volaba al caminar entre la misma
expresión de la gente que perdida lloraba la oportunidad que nunca llego o
nunca se dejo ver.
Mi madre, una mujer alta, gruesa buena moza
de rasgos fuertes, aceptara a mi padre después de un cortejo breve había tan
poco que ocultar que las razones eran tan simples como los sentimientos, mi
padre, hombre de baja estatura metido en el mar, piel cobriza y desordenada
musculatura, la convencería después de exhibir sus bondades en el mar, como en
su hábitat natural, tomo lo que todos querían y nadie tenia de la mas pedida
del pueblo, la llevo al mar y juro hasta la eternidad entre las estrellas de la
noche mas clara y calurosa de la vida, ella mujer de pasos firmes, no sabia lo
que era voltear a ver atrás, solo avanzaba, sabia que su larga cabellera nunca
le daría de comer, asi que entre los 7 milagros que concibió aprendió la labor
del mar que seria lo mas útil que le dejaría ese hombre que anos antes la
convenciera con sus caricias, con sus palabras de renunciar a nada para dejarle
todo, todo lo que le brindaba, el mar, las estrellas y los 7 porvenires que
llegaría después.
El primer ano fue de las estrellas, cada
una contada hechados en la arena del nuevo mar, como caricatura contando una
nueva historia sobre cada una de ellas, los detalles son menester de los
enamorados la pasión permite el lujo del engano, y ella cedia con dulzura ante
la miel de las palabras de el, y asi poco a poco llegue yo, el setimo invento
de mi padre por aferrar la ilusión de mi madre de que las estrellas serian
nuestro techo, el mar nos abrigaría y la noche alimentaria las 7 pequenas bocas
pedidas con tanta premura como la pasión que crearan.
La dulce voz de mi padre, la belleza de mi
madre fundo la familia del apellido impronunciable el mar y las estrellas el
escenario, asi poco a poco cada estrella se fue apagando como si fueran
infinitas llegaron a su fin, hasta que el cielo se torno nublado el hambre
desesperaba, la pesca era mala, fueron los peores anos del Peru, las perqueras
a sabiendas de la abundancia delos mares habían tomado posecion pescando
desmesuradamente, la costa se llenaba de fabricas, el pueblo ya pavimentado
lucia esplendorosa la luz que nos dejaba ver con mas detalle la pobreza que
tomo por asalto los hogares de los humildes pescadores que ante tan funesto
ataque solo les quedo ceder su territorio su mar al gigante depredador que no
dejo pez sano que comer, menos para vender.
Asi llego el hambre después de la miseria,
yo con 7 anos hacia caso a mi destino, perdia la mirada entre el oleaje que
nunca iba a extranar sabiendo que el destino siempre me dejaría cerca al mar, y
asi fue, poco a poco se fueron los hermanos mayores, se hicieron a la mar, la
tristeza de mama se mezclaba con la vejez, extranarlos dia a dia mas para que
regresen cada dia menos, hasta que un dia no regresaron mas.
La vejez de mi madre y mis escasos 7 anos no
me dejaron alterativa, fui ilusionado mil veces al puerto a hacerme a la mar,
sin éxito, mi debilidad, mi corta edad, mi pequeño porte jugaban en contra,
había que hallar una solución.
Es raro ver un niño planear a largo plazo,
pero ese era yo, a mi corta edad descubri que si me quedaba moriríamos, solo
quedaba una opción, tome el riesgo propio de la aventura sin la ilusión de un
niño sino con la temeridad de un adulto consciente, temeroso y responsable.
Era muy tarde quizás media noche, los
barcos se mecían por las olas del puerto de mi natal Paita, una soga que ataba
un barco al muelle me dio la oportunidad de trepar, la escaza luz jugaba a mi
favor, zagaz como un tigre trepe la soga y de pronto me encontré en la cima del
barco, no había nadie, solo miles de cajas entre las que me escondi y solo
espere.
La mañana me tomo de sorpresa, el barco ya
en altamar con su bamboleo me dejaría pensar que solo Lima la capital me daría
la oportunidad de sobrevivir, el hambre no tardo en llegar y agazapado entre
las sombras del sol ardiente Sali a buscar algo de comer cuando una mano firme
me levanto y ahí empezó la travesia.
Quien eres??? De donde mierda saliste???
Sabes que le pasa a los polizontes en alta mar??? El corazón se salía de mi
pecho, aun guardaba la esperanza de ser tratado como un niño, lo que no
ocurrió, a cada momento el maltrato empeoraba hasta que mi vida dependía solo
del corto tiempo que duraría el episodio.
No se cuantos minutos pasaron, me amarraron
y prepararon para tirarme por la borda, entre gritos de furia y de horror, mi
vida se iba, entre el escándalo una voz de la multitud pregunto mi nombre, no
se como, grite….Gregorio, Gregorio, y el apellido impronunciable, se hizo el
mas grade silencio pense estar llegando a lo profundo del mar cuando una mano
amistosa me levanto con suavidad, era mi hermano, uno de los que hacia ya
varios anos abandonara Paita para trabajar en la capital, era la primera vez
que el apellido impronunciable me salvaría la vida, al ser único, los
tripulantes me habían identificado como hermano del compañero quien fue avisado
de inmediato y corrió a salvar mi vida, en pocos minutos encontré que mi otro
hermano también viajaba en el mismo barco y fue asi como nos reunimos los tres,
dos de las leyendas que hacia mucho no veía y yo, un polizon tratando de
escapar de la pobreza de un puerto del norte peruano.
En lima el tiempo pasa muy rápido, la
pobreza, el desorden propio de un puerto emergente se apoderaba de las calles
del Callao, yo vivía con mis hermanos quienes entre travesia y travesia
trajeron a mi padre Manuel a vivir con nosotros, era el inicio del siglo XX las calles
iluminadas dejaban ver la pobreza pero también la esperanza y las
oportunidades, empece a trabajar en lo que había hasta hacerme adulto y lograr
un puesto en lo que anos despues seria la aduana del Callao, en ese entonces
manejada por el Banco de la Nacion.
Sin apremio económico empece a vestirme
bien, visitaba constatemente los sastres del Calllao, las mejores zapaterías,
corbata, camisa blanca y sombrero, Lima salía de los trajes oscuros y yo con
zapatos de charol de dos colores en los pies, saco con sutiles rayas blancas,
camisas impecable y corbata era dueño de una sonrisa radiante que no tardo e
conquistar los corazones de las jóvenes, me sentía libre, dueño del mundo y de
mi futuro.
Lucho era un compañero de trabajo hombre
bueno de familia, un domingo me llevo a su casa a almorzar y fue ahí donde la
conoci, ella, la única mujer en el mundo, la única mujer en mi mundo, la
hermana de Lucho, quien habiendo tenido una terrible infancia había pasado los
últimos anos en casa, me enamore y me case casi de inmediato, un matrimonio
único que duro mucho mas que cualquiera y que hoy nuevamente reunido ve con
candidez lo vivido como un juego sobrenatural donde Dios puso su mano y hoy nos
envuelve con su dulzura por los siglos de los siglos.
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